EL RECHAZO

RECHAZO
Por Lobamaga
 
Rechazo es un pac man, es un bicho que te atrapa y como las sanguijuelas se prende y cuesta un Perú, una Bolivia y un Uruguay sacarlo de vos.
Rechazo es como un virus que ataca la PC y la deja sin funcionar.
Te deja tirada al costado del camino.
Rechazo soy yo y sos vos.
Rechazo es un boomerang. Viene y va.
Es una bacteria a la que hay que encontrarle el antibiótico justo para que no se apodere y te infecte todo el cuerpo.
 
Erase una vez un Rechazo que caminaba solo por el campo... vio una niña que jugaba con unas flores, radiante,  libre y transparente. Rechazo se vistió de príncipe, sedujo a la niña hasta enamorarla. Cuando la tenía entre sus brazos y muerta a sus pies abusó de ella una y otra vez  la maltrató y la ultrajó hasta el hartazgo. El príncipe Rechazo entró en ella para apoderarse de su alma. Así lo hizo hasta que un día... esa niña se convirtió en mujer y con todo lo que había vivido y aprendido pudo superar, convivir y cuidar a esa niña abusada. Esa mujer hoy cuida a esa niña que hay en su interior ultrajada por el príncipe Rechazo... Erase una vez.

La ironía del cometa se desploma.
En sueños, vivo, desea la muerte.
Rompe, sediento, su estela de hielo.
Noche implora, lluvia y césped, un pocillo de café.
 
La ironía al cometa lo fragmenta,
dormido en vida, es muerte.
Tapona en psicosis su viaje estelar.
Hastiado, desiste en tanto espacio,
y un arpegio fantasmal lo impacta.
Por un segundo, los ojos de un hombre es.
 
Rojos labios, pelo negro.
Maldito destiempo.
Ese sombrero.
Libertango.
Es muerte,
Es deseo,
Es ella.
Vos…
No.
 
… es un cometa viajando por el espacio.
Y ya no quiere ser un hombre nunca más.

Santiago; en atardecer nocturno, su amor.
 
Obtura, cuando no a ella, su sombra.
 
Cavila, no cede, pero sus ojos.
 
Santiago es luz, ella sombra, y van.
 
 
Iban, pero subestima el universo, su sol.
 
Solo, el sol brilla, cuando es, su enigma.
 
¡A quien no, Santiago, lo que no!
 
Dando luz-sombras, cuando sombras-sombras.   
 
 
En amanecer escarlata, su gemido.
 
Contempla infiernos y erotismos, su aroma. 
 
¡Café, libros, muertes; él, quien no, a ella!
 
Y yo… lejos… no soy Santiago.