POEMAS NAUTICOS
La Recalada- Admin
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 30/04/2016
- Mensaje n°2
Re: POEMAS NAUTICOS
Va la transcripción porque la foto tiene letras muy pequeñas:
EL ANCLA ABANDONADA
Por Marcelo Gianelli
En un claro de la costa
Por los hombres olvidada,
toda cubierta de herrumbre
medio hundida en la resaca
sin orinque ni cadena,
encontré dormida un ancla.
Un camalote varado
reverdecía su caña;
tres caracolas dejaron
en el cepo, huevas pardas.
Río obscuro,
noche alta,
luz de luna
sobre el ancla.
( …Fluye un idioma misterioso
de las cosas inanimadas
para los que aman el viento,
el río y las costas solitarias?...)
Río obscuro,
noche alta,
luz de luna,
luz mágica:
¡que despierte
ya el ancla!
“¡Para qué me quieres compañero,
si estoy vieja, débil y oxidada!...
¡Ya no hay barco que me quiera
para servirle de amarra!”.
Río obscuro,
noche alta,
luz de luna,
luz mágica:
¿qué puedo hacer
por el ancla?
“¡Llévame contigo, marinero!
lejos de las tierras y de las charcas;
no quiero morir en la ribera
porque un día fui de la esperanza.
Llévame a la mitad del río
y déjame caer hasta cien brazas…”
La cargué en mi velero
e hice rumbo hacia el alba
y no me acuerdo dónde
la sepulté en el agua.
EL ANCLA ABANDONADA
Por Marcelo Gianelli
En un claro de la costa
Por los hombres olvidada,
toda cubierta de herrumbre
medio hundida en la resaca
sin orinque ni cadena,
encontré dormida un ancla.
Un camalote varado
reverdecía su caña;
tres caracolas dejaron
en el cepo, huevas pardas.
Río obscuro,
noche alta,
luz de luna
sobre el ancla.
( …Fluye un idioma misterioso
de las cosas inanimadas
para los que aman el viento,
el río y las costas solitarias?...)
Río obscuro,
noche alta,
luz de luna,
luz mágica:
¡que despierte
ya el ancla!
“¡Para qué me quieres compañero,
si estoy vieja, débil y oxidada!...
¡Ya no hay barco que me quiera
para servirle de amarra!”.
Río obscuro,
noche alta,
luz de luna,
luz mágica:
¿qué puedo hacer
por el ancla?
“¡Llévame contigo, marinero!
lejos de las tierras y de las charcas;
no quiero morir en la ribera
porque un día fui de la esperanza.
Llévame a la mitad del río
y déjame caer hasta cien brazas…”
La cargué en mi velero
e hice rumbo hacia el alba
y no me acuerdo dónde
la sepulté en el agua.
|
|