por Aparicio 3/6/2016, 22:41
SUEÑO
Llueve, aún no amanece y el tronar de la tormenta es constante, de vez en cuando se arma uno de esos truenos que dejan temblando a cualquiera, se nota que abarca una zona muy importante el meteoro.
Estarás en tu cama, despierta, oyendo como cae el agua sobre el patio al que da tu ventana. Me regalo la idea que estas pensando en mí y me siento tan bien que me permito adornarla con algunos pensamientos que involucran a tu almohada.
Debe estar tan calentita, tan suave la almohada, y tan cerca, tan fresca tu boca y tu mente tan lejos, se encuentra con mi mente, tan lejos y mi almohada, tibia y tan suave, con mi boca fresca, tan cerca, que besa tu beso en mi almohada, como en la tuya.
Y me duermo sereno, triunfante y te dormís sonriendo, victoriosa, para elaborar un sueño de aquellos a los que nos aferramos hasta que los puños duelen y el alma resplandece. Lejos nos volvemos a encontrar, en el mismo sueño, después de besar la almohada y nos besamos como lo hicimos recién.
Entonces, esos besos soñados, más esos besos de almohada, más esos viajes lejanos con esos truenos salvajes y el cantar del agua en tu patio, forjan el beso cercano, el beso soñado que nos daremos mañana, después de ese abrazo largo con los ojos cerrados, recordando el sueño que ambos soñamos.
Solamente tu labio se entera, solamente mi labio lo sabe, lo reviven lo recuerdan, lo confunden con la almohada y lo reiteran hasta casi estar seguro que es mi labio y no la almohada y lo repiten hasta que mi labio se asegura que es tu labio y no mi almohada. Y tu mano en otro lado y en otro lado la mía.
Mientras los labios confirman las manos confunden, la mente no existe, existe la vida y las manos la toman y la viven y los sentidos danzan desde las yemas de los dedos hasta mi boca que es la tuya. Y tu boca que dejó la mía para buscar lentamente el lugar donde el sueño explotó.
Nada, nada más. Ni vos ni yo, nada más. Solo uno, ese uno al que no puedo encontrar el nombre ni el género. Esa duda… como la duda sobre el infinito, como la duda sobre la existencia, ese uno ya sin sexo, ese uno plural, celestial, inmenso.
Lo tengo en la punta de la lengua.
Daniel Yoverno