por pquinteros 20/6/2016, 21:46
Curiosa arbitrariedad disponen las circunstancias de aquel ser definido desde otra parte de sí. Pues siendo una cantidad inconmensurable de escuchas, aquel soplo de magia, tan noble, tan distinto, tan roto, y tal vez asistiendo al quiebre de su alma, está cansado. De ver, sentir, y fundamentalmente de oír. De ser, partir, y sentimentalmente de oír. Es que no puede escaparse de sus huesos ni un minuto. Huesos como lánguidas costumbres ensombrecidas constituyen su síntoma. Nunca es él; ha vivido demasiado tiempo siendo su síntoma. La estupidez de un goce altruista ejecutando mal su destino en soledad. Los días que vienen regalan impuestos de esa repetición caritativa. No hay fe, no hay dios, ni estás vos.
Palabras como sedas lamiendo las faltas,
palabras que van de nada a tus oídos
cuando ya no podés más,
cuando ya no tenés paz,
cuando ya casi no sos.
Mi alma se esconde en bosques que
sin miedo a llamas ajenas
nadie enciende.
Aquí estoy y no lo ves,
aquí soy aunque no estés.
Mientras tanto, la luciérnaga distante, reflejo cruel de una curiosa arbitrariedad, ha dispuesto no afrontar las circunstancias más honestas de su vida, y ha resuelto entregarse a las repeticiones en otro mapa. Se ha disfrazado de feliz y ha danzado en íntima agonía con quien no. De qué sirve servir sin ser visto. De qué ser vio que podía funcionar sin ser visto. De qué vil naturaleza viene este ser que, visto desde otra parte, no ha sido mirado jamás por nadie. Al decir de Alejandra, es un cerrar los ojos y jurar no abrirlos.
Palabras como niños jugando en un charco,
palabras que por no dejar de mirarte a vos misma
no me das.
Nunca vivo mientras muero,
nunca un cómo estás sincero.
No le importa. Y él… bueno, él es síntoma antes que nada, y aunque una carga más se le agregue, la realidad lo segregue, y un haz de luz infernal le de su calor definitivo, no dudará en saber que debe entender-la. Porque sí, porque puede, porque sabe. Y después de todo, nadie más en este egoísta mundo lo hará. Ver como la vio, oír como la oyó, nadie más lo hará. Simplemente no saben.
Oh, fingir, que estos días son mi arte.
Oh, fingir, que mi alma no se parte.