LA RECALADA LITERARIA

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LA RECALADA LITERARIA

PUERTO DE ESCRIBIDORES


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    CUENTOS DE LOCURA

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    ale zazzini


    Mensajes : 1
    Fecha de inscripción : 15/06/2016

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    Mensaje por ale zazzini 15/6/2016, 13:14

    LAST CALL
     
    -Por qué llegue a los 48 años soltera y sin hijos?. –Qué fue lo que me pasó?  Estaré casada con el trabajo? Tendré poca paciencia? Estoy por entrar en la menopausia y el reloj biológico me está marcando el tiempo. Last call... , dicen en los aeropuertos, siento lo mismo…
    -Ana tenés una guardia psiquiátrica en el barrio de Belgrano. Me dijo mi jefa.
    -Tenés idea de qué se trata, pregunté. No me gusta la hora. Justo a las 22, cuando está por venir el cambio de guardia me tienen que llamar...
    -Llevá medicación inyectable . -Por qué? pregunté.
    Se trata de un psicótico encerrado en su casa que no deja entrar a nadie, ni siquiera a su madre. La mujer llamó desesperada tiene miedo que se quiera matar.
    Agarré del botiquín alopidal inyectable, con efecto para 30 días y fui hasta el estacionamiento, puse en marcha el auto y empecé a escuchar mi música favorita. Kevin Johansen y ese tema que canta con Lila Brown:  Baja a la Tierra.. Todo el día conviviendo con la locura. A veces siento que no puedo distinguir lo real de lo imaginario.
    Mientras manejaba me puse a pensar por qué había decido estudiar psiquiatría. Obviamente era para tratar de comprender a mi padre. Un día le dijo a mi madre que salía a comprar cigarrillos y todavía lo estamos esperando… Eso sucedió hace 40 años. Tiempo después recibimos correspondencia de él desde Italia, se había vuelto a casar y tenía una panadería en Calabria.
    Pienso en Calabria y pienso en la mafia. Cómo me hubiera gustado mandarlo a matar a ese hijo de puta.
    Por suerte y gracias a mi analista pude entenderlo un poco. Según parece mi viejo tuvo un brote psicótico, no pudo soportar la realidad y tomó la salida más inofensiva para todos: la huida.
    Y ahí estaba yo en el auto camino a atender a otro psicótico, otro más que no se banca la triste realidad de su existencia, otro que no puede ser feliz.
    Llegué a la puerta de la casa, Mendoza 2100, en pleno barrio de Belgrano.
    Toqué el timbre y ahí estaba una señora de unos 80 años muy distinguida.
    -Buenas noches señora, soy la médica psiquiátrica que llamó por Medicus.
    -Qué suerte que vino doctora, encantada, me llamo Margarita Ortiz de Campo.
    -Me dijeron que tiene un problema con su hijo- le comenté.
    Su mirada me dijo todo, no había más lágrimas, la desazón y el desasosiego eran infinitos.
    -Como se llama usted? me preguntó. Noté que habíamos hecho transferencia, le caí bien de entrada, sintió que había llegado su salvadora.
    -Me llamo Ana, respondí. –Que está pasando con su hijo?
    -Carlos hace dos días que está encerrado en su cuarto y no quiere salir. Ya intenté todo lo posible. Le habla al televisor y desde la puerta se siente feo olor, tengo mucho miedo Ana- exclamó tristemente la anciana.
    Margarita, me aclaró que su hijo es médico patólogo, que tiene 50 años y que la mujer lo abandonó.
    -Se jodió por esa hija de puta, lo enloqueció al pobre. Cuando vivía conmigo no estaba así.
    Típico caso de Edipo no resuelto pensé, sumado al abandono, el combo perfecto.
    Subí las escaleras, el cuarto estaba en el segundo piso.
    -Carlos buenas noches, como anda?- le pregunté para empezar.
    Silencio del otro lado de la puerta..
    -Carlos, como está, soy Ana, repetí sin mucho entusiasmo.
    -Cómo voy a estar respondió, mal muy mal. En todos los noticieros están hablando de mí. En este momento Santos Biasatti me está nombrando. Dice que me van a sacar la plata que tengo en el banco por pelotudo. En otro canal Mauro Viale anda diciendo que el campo de Bragado es de mi hermana y no mío, y que encima tiene rocas, cuando todo el mundo sabe que es la pampa.
    En eso se me ocurrió la palabra justa, con esta me abre pensé. -Carlos le vengo a arreglar el televisor, le prometo que se lo dejo en perfectas condiciones, ya no van a hablar más de usted, quédese tranquilo.
    En ese momento se abrió la puerta, y me sorprendí al ver a un hombre buen mozo y de mirada fuerte detrás de su enfermedad y su ropa sucia. Era un hombre de clase social alta atravesado por la demencia. Esta entra y no pide permiso, arrasa sueños, proyectos, vidas.
    No hay nada de romántico en la locura, sólo tristeza, aislamiento y sufrimiento.
    Estoy muy entrenada en esto de las guardias y los pacientes extremos, en un momento, mientras me indicaba dónde se encontraba el televisor, aproveché que tenía el pantalón medio caído, lo agarré de la cintura suavemente y le aplique el alopidal inyectable.
    Nuestras miradas se cruzaron, creo tuvo un minuto de lucidez, dentro de su delirio. -Con esto vas a dormir y vas a estar mejor, mientras tanto yo me llevo el televisor a arreglar.
    -Mañana vuelvo a ver cómo sigue, le dije a la madre.
    -Gracias Ana, sos una genia. Quisiera que Carlos inicie un tratamiento con vos  en forma particular, te pago lo que me pidas..
    - Me parece bien Margarita, acepto el desafío, dada la situación de Carlos me parece conveniente atenderlo tres veces por semana, la sesión a domicilio la cobro $ 2000, le parece bien?
    -Lo que me pidas está perfecto si es para que Carlos esté bien!.
    Y así fue atendí por varios meses a Carlos, llegó a mejorar bastante, pero su delirio y su desconexión con la realidad eran de larga data. Logré que pueda sostener una vida relativamente normal con su madre. El televisor dejó de hablarle pero jamás se recuperaría.
    Seis meses después estoy recorriendo los pasillos de la guardia y aparece Gabriela, mi jefa.
    -Ana, tenés una emergencia, es en Palermo, hay una mina que se quiere tirar del balcón.
    -Gabriela no voy a poder ir, estoy embarazada, el obstetra me recomendó que baje los decibeles, mandalo a Guillermo.
    -Qué alegría Ana no me contaste nada, ni se te nota, desde ya, quedate tranquila, lo mando a él.  -Una pregunta, no lo tomes a mal, como sé que estás sola, se puede saber quién es el padre?
    -Me inseminé, es un donante anónimo, no podía dejar pasar más tiempo, ya voy para los 50.
    Gabriela se quedó sorprendida, como dudando de la respuesta y se fue cabizbaja a continuar con su trabajo.
    Qué metida que es la gente. Pero qué me importa, yo estoy feliz, lo único que pido es que no herede la locura del padre.
     
    María Alejandra Zazzini
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    Mensaje por La Recalada 16/6/2016, 09:27

    EL DIA QUE CONOCÍ A LA LOCURA
    Por Geminiana
     
    Mi hermana mayor, Estrella, vivía en un conventillo en Montserrat. Ella es artista plástica. Una noche le usurparon su habitación, la golpearon y la echaron a la calle sólo con lo puesto. Deambuló varios días, hasta el día de hoy ella no sabe cuántos, y llego al barrio de Avellaneda.
    Allí vivía una amiga de ella que es psicóloga quien la cuidó, alimentó y trató. Nos avisó y viajamos a Buenos Aires a buscarla. Y desde ese momento todos nos convertimos en ‘’actores’’, como decía mi hermano.
    Yo convivía en ese entonces en mi casa en Arauz con mi hermano menor, su esposa embarazada y el hijo de ellos de cinco años.
    A partir de su llegada armamos una especie de plan en el que cada uno tenía su propio vaso, plato, taza y cubiertos. Así podíamos ponerles las gotitas diarias que Estrella debía tomar sin tener que hacerlo delante de ella y sin que nadie tomara de su vaso o taza. Incluso mi sobrino de cinco años aprendió que no debía tomar del vaso o taza de la tía. Cada mes debía ponerse una inyección de halopidol y para ese día hacíamos una puesta en escena. La mayoría de las veces comíamos algo salado tipo papas fritas y uno de los tres decía que le dolía la cabeza y que seguro le había subido la presión y salíamos para el hospital con ella. El que se quedaba en casa avisaba al hospital que íbamos para allá y se ponía así en movimiento una especie de engranaje que incluía a la enfermera que llamaba al médico y éste llegaba junto con nosotros y como de casualidad. Después de revisar al que iba descompuesto le decía a Estrella: - “A vos no te veo bien, vení que te tomo la presión”. Y así era como recibía la inyección mensual después que según el médico ella era la única con la presión alta.
    Estrella regresaba a casa cada mes diciendo: - “Y pensar que fui por vos y terminé enferma yo”, y nosotros contestándole – “Seguro te pusiste nerviosa”. Esto lo hicimos por casi un año cada mes y ella nunca sospechó nada.
    Mi cuñada tuvo familia y a los pocos días encontró a Estrella dándole una banana entera al bebe. Desde ahí fue todo cuesta abajo. Estrella empezó por revisar puertas y ventanas cada noche y no sólo una vez sino que las revisaba todas, se sentaba y volvía a hacerlo una y otra vez hasta que mi hermano la tranquilizaba.
    Debo aclarar que jamás fue violenta y si había algo que nos ayudó siempre es que cuando mi hermano le decía algo ella lo cumplía a rajatabla.
    A los pocos días dejó de comer y de dormir y entró en una especia de ‘’trance’’ donde sólo miraba hacia arriba. Una noche me dijo: -‘’Carmen, mamá quiere entrar dentro de mi cuerpo, yo no la dejo, pero ella insiste y no sé cuánto puedo resistir’’. Nuestra madre había muerto tres años antes.
    Y ahí supe que ya no podíamos solos.
    Pasé esa noche dormitando en una reposera delante de la puerta y le dije a mi cuñada que se encerrara bajo llave en la otra habitación con los niños. Mi hermano es camionero y esa noche no estaba en casa.
    Al día siguiente y ya internada le hacen una cura de sueño y le ponen suero. Llevaba tres días sin comer ni dormir. No logran dormirla en todo el día y deciden trasladarla al psiquiátrico más cercano en Gral Acha.
    Mientras viajábamos al psiquiátrico, Estrella acostada en la camilla rayaba continuamente su libreta y cada tanto escribía ‘’ que se pase’’ ‘’que se pase’’
    Al llegar al neuropsiquiátrico nos recibió el psiquiatra y nos hizo pasar a su oficina. Ni bien tomamos asiento mi hermana dijo ‘’ Schalten Sie bitte das Licht aus ‘’. El médico me mira y me dice: - ‘’ ¿En qué idioma habla?’’. Alemán le conteste -¿Y qué quiso decir? preguntó. A lo que contesté que no sabía mucho de alemán pero que algo entendía y que creía que pedía que apagasen la luz. Y ahí caímos en la cuenta que Estrella estaba sentada justo frente a la ventana. El doctor se levantó, bajo la persiana al mismo tiempo que le preguntaba cómo se llamaba y cuantos años tenía. Ante mi sorpresa mi hermana dijo llamarse Estrella y tener cuatro años. Yo sólo atiné a mirarla y hacerle un gesto de dolor y ella a contestarme con la sonrisa más ingenua del mundo.
    Estrella tenía cuarenta y cuatro años. Yo quedé paralizada. Sólo lloraba. Mientras la guiaban a la que sería su habitación la veía ir a los saltos tras el médico tal cual si fuera la nena de Dánica Dorada.
    La habitación era pequeña sin ventana, sólo un tragaluz cerca del techo, tenía pintada sus paredes en azul sintético con gigantes flores en colores fuertes también pintadas en sintético. En ella sólo cabían un ropero y dos camas, una de ellas llenas de peluches. Estrella elegía peluches con una sonrisa que no había visto en ella en mucho tiempo. Yo apoyada en el marco de la puerta la observaba y lloraba.
    Me informaron que había tenido una regresión, que tenía ausencias, sufría de paranoia y alucinaciones. A lo cual diagnosticaron como esquizofrenia. Pero lo más difícil que veían los médicos era no poder comunicarse con ella ya que ninguno hablaba o entendía alemán. Lo peor de todo fue cuando me dijeron que no podíamos visitarla por mucho tiempo. Yo quedé estupefacta. Sólo escuchaba y lloraba.
    En ese momento desde el otro lado del patio veo venir a mi hermana corriendo y gritando: ‘’ Carmen no me dejes acá’’ ‘’ No me abandones acá’’ ‘’Llévame que yo me voy a portar bien’’. ‘’No me dejes, no me dejes’’.
    Yo quería explicarle que era lo mejor para ella y el doctor gritándome que me vaya ya, que era lo mejor para ella, los enfermeros tratando de controlar a Estrella y a los demás internos que habían empezado a gritar también. Yo queriéndome despedir y que sepa que lo hacía por su bien y Estrella pidiéndome que no la abandone. Todo era un caos. Había gritos, empujones, tironeos y llanto.
    Ahí la deje y me volví los 151 km de regreso a casa llorando sin consuelo y meditando si lo que había hecho era lo mejor o lo peor para ella y a la vez pensando cómo una de las mujeres más bellas, atractivas y carismáticas que he conocido en mi vida había terminado así. Ese fue el día más triste y desgarrador que he vivido. Ese fue el día en que conocí a la locura en todo su esplendor, su dolor y su horror.
     
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    analía polzoni


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    Mensaje por analía polzoni 16/6/2016, 19:02

    Detrás del muro


    Puede parecer un cuento. Solo parece.

    Detrás del muro me llevaron sentada en una silla como si fuera una niña.
    Impotente, mareada, confundida, incapaz de decidir, débil, apesadumbrada. 
    Mi cabeza no se sostenía, mi garganta quemaba, la aguja seguía en mi brazo consecuencia de la equivocada determinación de terminar con el dolor que en ese momento acontecía.
    Pastillas a granel y un cuchillo en mis brazos fue el boleto directo que me llevó detrás del muro.
    Ahí quedé, sola en un rincón, observando todo a mi alrededor. 
    Paredes altas escritas con todo tipo de frases y dibujos. Me asustaba.
    Un árbol delgado extendía sus brazos al cielo para recibir al sol que solo daba al mediodía.
    Aislamiento absoluto con el exterior. No celulares, no computadoras. Solo visitas de 2 horas 2 veces a la semana.
    Enfermeras y enfermeros yendo de un lado al otro cuidando el orden y haciendo que se respeten las reglas del establecimiento.
    Y "gente muy extraña" que aumentaba mi temor.
    Algunas caminaban solas inmersas en su mundo. Otras por momentos reían. Otras lloraban. Otras rezaban fervientemente a Dios.
    Gente que decía curar con las manos y alguna otra que creía que se estaría formando algún complot en su contra.
    Y gente que creía que yo era un ángel llegado del cielo. ¡¿Un ángel?!
    Personas realmente extrañas.
    ¿Gente extraña o solo algo diferente a mí?.
    Yo alguna vez caminé sumergida en mi mundo. Otras veces reí y también lloré. Hablé con Dios y recé fervientemente. No curé con mis manos pero sí tiré las cartas. Y la verdad que acertaba bastante.
    De pronto miré mi cuerpo y estaba vestido completamente de blanco. Tenía sobre mi cuello el rosario que en ningún momento me había sacado durante los últimos 6 meses críticos de mi vida, los peores. Y en mis manos un libro titulado "Hablando con Dios".
    Por lo tanto ¿qué podía yo decir de quienes veían en mí un ángel?
    ¿Esta gente era un poco diferente a mí o era gente como yo?
    ¿Había algo que me diferenciaba de los demás? Ya no lo sabía.
    Eramos una comunidad que compartíamos vivencias, juegos, actividades, almuerzos, cenas, bailes, canciones.
    Eramos una gran familia de gente igualita a mí.
    Personas que acudían a mí cada vez que me necesitaban: un consejo, expresarse, confiar en alguien. 
    Gente que esperaba mi palabra tranquilizadora, que venía en busca de mi abrazo, de mi contención. 
    Gente que en definitiva necesitaba de mi amor, de mi sensibilidad y también de mi alegría y optimismo.
    ¿Y si en verdad fui por momentos un ángel enviado por Dios?
    Un día sucedió algo inesperado...bah, no sé. Era lo esperado quizás.
    Un día desperté y todo había cambiado.
    Nuevamente un mundo extraño, con gente extraña. 
    Nuevamente vivía una pesadilla. 
    Me encontraba rodeada de gente completamente diferente a mí. 
    Un mundo ajeno.
    ¿Qué estaba pasando?. 
    Quería regresar a aquella perfecta calma y armonía. Era maravilloso sentirse un ángel. Era maravilloso pertenecer.
    Pero no. No era un ángel. 
    Aunque tampoco pertenecía al grupo de gente que me rodeaba, y quería huir, tal como me había sucedido ya antes.
    Me encontraba nuevamente del otro lado del muro.
    Había salido.
    Me habían dado el alta.
    ¿Cual es el límite entre la locura y la cordura?
    ¿El entorno condiciona o determina nuestra realidad?
    alita
    alita


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    CUENTOS DE LOCURA Empty Re: CUENTOS DE LOCURA

    Mensaje por alita 16/6/2016, 22:01

    Dicen que de poetas y de locos todos tenemos un poco.
    Este hilo es la confirmación del refrán.

    Hermoso cuentos de locura!

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